sábado, 12 de diciembre de 2009

El derbi de la ira


Saldrá con cerrojazo el Espanyol de Pochettino al Camp Nou. No hay mucho más. A las notorias bajas del cuarteto de capitanes -Messi aparte en el Barça- en bloque: De la Peña, D. García, M. Hurtado y Tamudo, además de Marqués, se suma al desconcierto de una dinámica horrible para los pericos -4 derrotas consecutivas- la poca eficiencia de la mayoría de fichajes veraniegos, siendo Nakamura la gran decepción, el trastorno consciente e inconsciente de la irreparable pérdida de Jarque en el colectivo -baja que también acusa un equipo carente de salida de balón desde atrás en lo puramente futbolístico, máxime si falta De la Peña en el once,- etc. Y por si fuera poco, el desánimo de la eliminación copera. Y para más inri, el desencanto progresivo en una temporada donde se estrena estadio nuevo y cada vez se baja más el listón del objetivo para el presente curso.
Tiempo. Tiempo necesita el Espanyol. Tiempo para compactar tantas caras nuevas en un mismo once. Tiempo para que promesas como Callejón, Forlín o Ben Sahar, den el salto de calidad que se presupone y desea. Tiempo para que Pochettino recupere el crédito que se ganó la temporada pasada como salvador y terapeuta de un equipo desahuciado. Tiempo para fijar un objetivo a medio plazo, pues el cortoplacismo en el Espanyol lleva siendo demasiado tiempo el pan nuestro de cada día. Pero ya se sabe que lo que puede ser pan para hoy, puede terminar siendo hambre para mañana. Tiempo para que Antonio Morales, que sucede a Casanova en la dirección canterana, imprima sus directrices con el fin de recuperar el nivel perdido en el fútbol base espanyolista.
Tiempo para digerir la desgracia reciente vivida, para cicatrizar algunas heridas y pensar en frío. Pensar en frío para pensar y hacer las cosas mejor. Tiempo y razocinio para que la inmediatez deje de ser, de una vez, el ‘leitmotiv’ populista de la nave perica.
Tiempo, también, para convertir Cornellà-El Prat en la Bombonera que otrora fue Sarrià, antiguo feudo blanquiazul conocido como ‘Can Ràbia’ al otro lado de la Diagonal.

Rabia, ira, ánimo de 'vendetta' en Can Barça. El insignificante y molesto vecino pobre metropolitano, que diría Laporta, erigido como grano en el culo para el imaginario colectivo culé reciente. No deja de ser paradójico que los enfrentamientos recientes, los más desiguales sobre el papel en muchos años, hayan supuesto una montaña cuesta arriba para el brillante Barça, que escribe estos días la página más dorada de su historia, que devora títulos y que demuestra que tener una idea no solo es un tesoro cuyo valor únicamente demuestra el paso del tiempo, si no también un sensacional patrimonio.
Las paradas imposibles de Kameni, los goles terribles de Tamudo, la maestría de De la Peña o la intensidad defensiva de los pupilos de Pochettino han desempolvado, contra pronóstico, la rivalidad vecinal barcelonesa. ¡Qué cosas! El Espanyol para el Barça, un invitado de excepción convertido en aguafiestas.
Querrá el culé, decíamos, devolverle al Espanyol el daño inflingido. Y es normal. Es tal la diferencia entre ambos clubes a día de hoy, que todo aquello que no sea una victoria holgada de los azulgrana sobre los blanquiazules se antoja una subida a las barbas perica para el aficionado barcelonista que contempla atónito cómo los blanquiazules se han convertido, de largo, en el visitante más incómodo de la Liga en el 'Estadi' en las últimas temporadas.

Y así pasó hasta los años '50. Hasta entonces, el duelo fue parejo y las aspiraciones fueron similares. El enemigo público número uno culé vestía de blanquiazul, y no de blanco.
Así pasó hasta que el Barça levantó el vuelo erigiéndose en el equipo de Cataluña, demostrando una mejor visión sociopolítica de la Cataluña de la época. Así pasó hasta que el Barça fichó a Kubala. Así pasó hasta que el Barça construyó el Camp Nou y las distancias se fueron acentuando con los años.

Eso son Barça y Espanyol. Entre otras cosas, y además de ser vecinos metropolitanos, una buena muestra del potencial de Cataluña como país: La brillantez de la idea futbolística culé, -de origen holandés, dando buena muestra de que Cataluña es tierra de acogida incluso a nivel de conceptos-, su universalidad bien elaborada, el súmmum del producto casi cartesiano y al mismo tiempo la humildad espanyolista, el espíritu aguerrido de superación y, por qué no decirlo, el izquierdismo implícito casi revolucionario del perico, casi regicida, reividincativo a la hora de afrontar el duelo ante el omnipresente Barcelona.

Lejos de ser valores contrapuestos, son complementarios y ayudan a dibujar un panorama más fiel de la heterogeneidad catalana real. Siendo Cataluña la comunidad autónoma española con el mayor abanico político de partidos con presencia en su Parlamento, ¿cómo se explica el monopolio futbolístico barcelonista?
Independientemente del resultado del partido de hoy, de los resultados pasados y de la historia vivida y por vivir, ¿no merece Cataluña una mayor y mejor presencia futbolística de primer orden mundial? ¿Cuándo analizaremos las razones por las cuales Cataluña no dispone de, al menos, tres equipos en Primera Division? ¿Por qué sí pueden en Madrid o Milan y no podemos aquí, cuando el potencial social, económico y el número de futbolistas federados lo permite?

3 comentarios:

  1. Sobre la situación del Espanyol, creo que comenté en el artículo sobre el "affaire Tamudo" (si no fue así te lo comenté en privado) que Pochettino estaba lidiando extraordinariamente bien un número demasiado alto de situaciones anómalas. Al final, es lógico que las bajas, el escándalo de Tamudo, la muerte de Jarque y el bajo rendimiento de los fichajes pase factura, pero veo un nivel bajo en el resto de equipos contra los que peleará el Espanyol (Valladolid, Racing, Almería, Málaga, Sporting...) y creo que se mantendrá sin problemas en media tabla, a no ser que la dinámica de malos resultados se extienda demasiado. Confío en un club acostumbrado a los milagros y con una masa social cada vez más activa (fuera complejos gracias a los últimos derbis contra el Barça) para colocar, con tiempo -como bien acentúas- al Espanyol donde corresponde. Suerte en el derby, compañero.

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  2. Victoria muy discutida del Barça, quedará en una simple anécdota al final de temporada pero para el aficionado de fuera parece que acentúa la diferencia entre los dos equipos. El grande se come al pequeño, cueste lo que cueste.

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  3. En lo puramente deportivo, cuatro lecturas por encima de las demás:

    1.- El penalti de ayer solo se suele pitar en el Camp Nou y/o en el Bernabéu.
    2.- Iturralde es la caricatura del buen árbitro que fue en su día.
    3.- El Espanyol, mermadísimo por las bajas y con muchos pipiolos en el campo, lejos de arrugarse le plantó cara al Barça.
    4.- El Barça no es el del año pasado pero, por lo civil o por lo criminal, con brillantez o sin ella, sigue ganando como un rodillo. ¿Esa lectura es positiva o negativa para los culés? Personalmente creo que deportiva y psicológicamente el Barça debe fichar este invierno.

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