domingo, 13 de diciembre de 2009

El eslabón más débil.




El mundo del fútbol es muy complicado, en apariencia hay miles de factores que están implicados, luego la realidad es que hay patrones para determinadas situaciones que se repiten hasta la saciedad. Cuando un equipo no funciona, las miradas siempre se dirigen hacia la misma persona, el entrenador, como analizamos en un artículo anterior, una de las funciones del entrenador es sacar el máximo partido a su plantilla. Al comienzo de la temporada, casi todas las aficiones están ilusionadas con que las plantillas de sus equipos son lo suficientemente competentes como para lograr los objetivos del club y si el entrenador dá con la tecla, incluso superarlos.

Planteemos un caso concreto, ayer destituyeron a Marcelino García Toral, ex-entrenador del Zaragoza, la situación del equipo requería la toma de medidas, pero no creo que hayan apuntado hacia el lugar adecuado. Cuando la temporada pasada Marcelino llegó al equipo (presuntamente después de rechazar a equipos mejores, sonó el Valencia), la idea era hacer un proyecto a medio plazo para devolver al Zaragoza a Europa, para que fuera un equipo que dejara de sufrir para permanecer en primera. El primer objetivo era salir del pozo de la segunda división, para esto, la directiva le proporcionó practicamente todos los refuerzos que pidió. El resultado fue que el equipo ascendió, no sin dificultades ni titubeos, pero ascendió, parecía que los buenos tiempos iban a volver a Zaragoza.

Nada más lejos de la realidad, la configuración de la plantilla este verano ha sido desastrosa, todo el mundo sabía lo que el equipo necesitaba reforzar, pero no se hizo mucho para lograr fichajes decentes, a cambio, se buscó más el fichaje ilusionante, el de aparecer en las portadas que el realmente necesario. Se seguía vendiendo que el proyecto buscaba la grandeza del equipo mientras los hechos demostraban otra cosa, que difícilmente se iba a confeccionar una plantilla decente, no ya para entrar en Europa, sino ya ni para permanecer.

Con estos precedentes se empieza la temporada, se lesiona uno de los grandes fichajes del año y el otro combina buenas actuaciones con numerosas visitas a la enfermería, el equipo se confirma que está mal configurado y no es competitivo. Le cuesta muchísimo ganar y ante los grandes se roza la vergüenza.

La directiva aguanta y en vez de reconocer su parte de culpa, tiran por el camino más fácil, prescinden del entrenador (que no es que haya estado de 10, pero por lo menos ha cumplido con lo que se esperaba de él) y mantiene los males endémicos. Lo difícil habría sido, reconocer la verdadera situación del equipo, decir que no hay un duro y que se va a intentar pasar las temporadas desde la austeridad a la espera de crecer año a año, que no se han hecho las cosas bien y que hay que rectificar, un acto de honradez habría sido visto con buenos ojos por parte de una afición que ya no sabe a donde mirar.

Las sociedades anónimas deportivas hacen que pasen estas cosas, los clubes son de personas y están sujetos a los designios de sus dueños, cuando estos fallan, no hay casi posibilidad de mejora, se necesita dinero para comprar el club, eso sólo puede venir por parte de otro particular y volvemos a empezar la lotería. La creación de estas sociedades fue para que hubiera una persona física a la que responsabilizar de las cuentas del equipo, la realidad es que estas cuentas siguen sin cuadrar, los clubes están en una situación económica precaria y en este periodo de crisis es materialmente imposible que si una directiva lo hace mal, entre otra a sustituirla.

Tenemos un país democrático pero su mayor industria del ocio, se rige de manera generalmente dictatorial, poco margen tienen las aficiones para apoyar realmente a su equipo. Seguirán cayendo entrenadores, los objetivos posiblemente no se cumplan, pero lo que también permanecerá intacto es una camarilla de dirigentes que desde arriba manejen todo el negocio sin importarles en exceso la opinión de la masa social.

1 comentario:

  1. Una opción es que los principales propietarios vendan al propio club sus acciones y que dentro de este emergiera un ramillete de socios con ideas dispuestos a aportar savia nueva al club. Es complicado pues requiere de la aparición "política" desinteresada de gente desde dentro del club y también requiere de la voluntad de los actuales propietarios de dejarse al lado. ¿De qué manera podrían estos socios del Zaragoza pagarle a los propietarios? Destinando una partida presupuestaria anual del propio club en varios años, los que fueran.

    Por otra parte, a nivel deportivo, llama la atención la unanimidad de la afición cerrando filas en torno a Marcelino. Blanco y en botella, vamos.

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