sábado, 10 de octubre de 2009

El Kaiser y el Torpedo: Los días dorados del fútbol alemán.



Si hablamos de fútbol alemán, a todos se nos viene a la cabeza dos cosas. Su siempre poderosa selección, la "Mannschaft", y el club más potente de su liga, el FC Bayern München. Si buscamos la mejor época de ambos conjuntos, se nos viene la primera mitad de los años 70 a la mente, y si indagamos en busca de nombres propios de éste éxito, no podemos sino pensar en Gerd Müller y Franz Beckenbauer (sin desmerecer al magnífico Sepp Maier).

Gerd Müller llegó al Bayern München a sus 18 años, en 1964, cuando el club bávaro era un equipo modesto que ni siquiera jugaba en la recién creada Bundesliga. El por aquel entonces entrenador del Bayern, Zlatko Cajkovski, no tragaba con la falta de estatura del joven jugador y su limitada capacidad técnica. "No pienso mezclar a ese pequeño elefante con mis purasangres" llegó a decir. Lo cierto es que Müller no era el tipo de delantero que se estilaba por entonces en el fútbol alemán (espigado, regateador, con gran juego aéreo y capacidad para jugar de espaldas al marco). No obstante, su velocidad en corto y su demoledor remate le dieron 7 trofeos al máximo goleador de la liga germana. Es impensable imaginar que alguien en el fútbol alemán batirá su récord de 68 tantos en 62 partidos con la camiseta nacional, o sea capaz de acercarse a sus 584 dianas en 677 partidos en su carrera. Müller ganaría la bota de oro en dos ocasiones ('70 y '72).

Franz Beckenbauer se formó en el que era por entonces el gran equipo de la ciudad, el Munich 1860, pero tras cambiar de acera, debutó en 1964 con el Bayern, el mismo año que el equipo debutaba en la Bundesliga. Beckenbauer destacó como un futbolista versátil, inteligente, que dio al fútbol sus mejores años como mediapunta e inventó la posición de líbero, en la que aprovechaba su conocimiento táctico para cortar con eficacia ataques rivales, y su depurada técnica para sacar el balón jugado con calidad. Conviene recordar que otro de los grandes de la historia del fútbol alemán, Lothar Matthaus, también comenzó su carrera como centrocampista de corte ofensivo y retrasó su posición a la de líbero. Apodado "el Kaiser" por la autoridad que demostraba sobre el terreno de juego, la trascendencia de Franz Beckenbauer en el panorama futbolístico se disparó en las semifinales del Mundial de 1970, en México. Beckenbauer jugó ante Italia toda la prórroga con el brazo derecho en cabestrillo, y la selección germana acabó perdiendo por 4-3 uno de los más grandes partidos de la historia de los mundiales. A partir de ahí, todo serían éxitos en la carrera del más grande jugador alemán de la historia, ganador del balón de oro en 1975, 76 y 77.

La época dorada de la "Mannschaft" del Kaiser Beckenbauer y Torpedo Muller comenzó en el mundial de México 1970. Müller consiguió el gol que apeaba a Inglaterra de cuartos en la prórroga, en la ciudad de León. Ésto suponía una venganza respecto a la final de 1966 en Wembley, donde los ingleses ganaban a los germanos un mundial con el gol fantasma más famoso de la historia. 3 días más tarde, en el Estadio Azteca, se jugaría uno de los partidos más bellos de la historia de los mundiales, que daría a Italia o Alemania el pase a la deseada final. Müller anotaría dos tantos en la prórroga (adelantó con el 2-1 al conjunto alemán, e igualó posteriormente poniendo el 3-3 en el marcador) y Beckenbauer comenzaría a escribir su leyenda jugando el tiempo extra con el brazo derecho inmovilizado. A la postre, Italia pasaría a la final (que ganaría la brillantísima Brasil de Pelé, Tostao, Rivellino, Carlos Alberto...) y para Alemania quedaría un tercer puesto que supo a poco, pese a los diez tantos de Müller en 6 partidos. En 1972, nuestros protagonistas estrenarían su palmarés internacional al ganarle a la URSS la final de la Eurocopa de Bélgica. Müller fue de nuevo pichichi, con 5 tantos, y algo grande se estaba gestando en el fútbol europeo. Tanto en 1970 como en 1972, el potente cañonero recibía el Balón de Oro. 2 años más tarde, Alemania tenía que confirmar su gran momento en el mundial que se celebraba en su casa. Sin embargo, se encontrarían a una de las mejores selecciones de la historia del fútbol. Johann Cruyff lideraba por aquel entonces la "Naranja Mecánica", acompañado por los Neeskens, Krol, Resenbrink, Rep... Los holandeses llegaron a la final tras deshacerse de Brasil, Alemania Oriental y Argentina en la segunda fase de grupos. Allí esperaba la anfitriona, que había apeado a Polonia, Suecia y Yugoslavia. El 7 de junio de 1974, todo el mundo miraba hacia el Olímpico de Múnich, donde 75.000 privilegiados abarrotaban las gradas. Holanda tardó dos minutos en adelantarse, gracias a un penalti transformado por Neeskens. A los 25 minutos, el lateral zurdo de la "Mannchsaft", Breitner, ponía las tablas en el marcador. En el minuto 43, Gerhard Müller marcaría el gol más importante de su carrera, el que le hacía campeón del mundo. La Holanda de Cruyff lo intentaría durante toda la segunda mitad, pero la fortaleza física de los alemanes, y el talento de Beckenbauer y el meta Sepp Maier detuvieron el fútbol total de los holandeses. Pese a no ser el primer entorchado mundial de Alemania, algo había cambiado para siempre en el fútbol mundial. Alemania ya era una histórica y eterna favorita de los mundiales.

Con el Bayern, el eje Maier-Beckenbauer-Müller ya fue protagonista en la ronda de ascenso a la Bundesliga en 1964. Ya en la temporada 65/66 lograban un sorprendente tercer puesto. Un año más tarde, el Bayern se estrenaba en Europa con una Recopa ante el Rangers escocés. La meteórica ascensión del conjunto bávaro se aceleraría con el cambio en el banquillo. Branco Zebec sustituía a Cajkovski y traía nuevos métodos al vestuario del Bayern. El éxito fue absoluto, y el Bayern lograba un doblete de liga y copa en la 68/69. Al Bayern le salió un duro rival, el Borussia Moenchengladbach, que ganaría las dos siguientes ligas. En 1972, entrenados por Udo Lattek, Beckenbauer y Müller llevaban la liga y copa al Olympiastadion. Éste último anotaría 40 tantos en la competición doméstica, todo un récord en el futbol germano. Con Lattek se ganaron también las ligas 72/73 y 73/74. Pronto, la superioridad del Bayern debía traspasar fronteras, pero reinaba en Europa el Ajax de Johann Cruyff, que había ganado la competición tres veces consecutivas. En 1974 el conjunto muniqués jugaba su primera final de Copa de Europa en el estadio de Geysel (Bruselas) ante el Atlético de Madrid. Tras 90 minutos de igualdad, Luis Aragonés adelantó con un golazo de falta a los rojiblancos, pero en el último minuto de la prórroga de Schwarzenbeck obligaba a repetir el partido. En la repetición, el Bayern ganaba 4-0 al club español, con dos goles de Uli Hoeness y cómo no, dos goles de "Torpedo Müller". Un año más tarde, el Bayern viajaba a París a defender el título europeo ante los ingleses del Leeds United, que venía de elimiinar al Barcelona de Cruyff en semifinales. El partido se disputaba en el Parque de los Príncipes ante 50.000 personas, y acabó con un resultado de 2-0 favorable a los bávaros, goles de Roth y Müller. El partido es recordado por los aficionados del Leeds debido a un penalti clarísimo no pitado y un gol legal anulado favorable a los ingleses cuando el resultado era de empate a cero. Un año más tarde, en 1976, el AS Saint-Etienne se enfrentaba al Bayern por el título europeo en Hampdem Park (Glasgow). Los alemanes se impusieron por tercer año consecutivo, con un solitario gol de Frank Roth. Ese mismo año, el Bayern ganaba la Intercontinental al Cruzeiro y se proclamaba campeón del mundo de clubes.

El legado de Beckenbauer y Müller en el Bayern y en el fútbol alemán e incluso europeo es incalculable. El Bayern, equipo de segunda cuando ambos llegaron a sus filas, es a día de hoy uno de los clubes más poderosos de Europa. En Alemania no hay club capaz de competir con él en historia o potencial económico, y en Europa, muchos son los clubes que ven como sus jugadores (Toni, Robben, Ribery, Gómez...) recalan en sus filas en busca de repetir la gloria que un día tocaron con las yemas de sus dedos Müller y Beckenbauer. En la selección alemana, sólo la generación campeona del mundo en 1990 es comparable a la que dieciséis años antes conquistaba el cetro mundial. No obstante, las figuras de Beckenbauer y Müller no fueron igualadas por los Mathaus, Klinsmann, Völler o Brehme. La relevancia del káiser en el mundo del fútbol es tal que su figura bastó para convencer a la FIFA de organizar el mundial 2006 en casa de los alemanes. Hoy, el Bayern no vive sus mejores momentos ni en la Bundesliga ni en Europa, mientras que pese a los dignos papeles recientes de la "Mannschaft" (subcampeón del mundo en 2002 y de Europa en 2008), tanto los seguidores del Allianz Arena como todos los alemanes esperan la llegada de dos figuras similares al Torpedo y el Kaiser para devolver al fútbol alemán a sus cotas más altas.

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Semifinal entre Italia y Alemania en el Mundial 1970 (espectacular vídeo, con Beckenbauer jugando con el hombro dislocado):


Final entre Alemania y la URSS en la Eurocopa 1972 (la jugada de Beckenbauer en el primer gol es un ejemplo claro de lo que fue como jugador):



Final entre Alemania y Holanda del Mundial 1974:


Final de Copa de Europa entre el Bayern y el Atlético de Madrid (Bruselas, 1974):

1 comentario:

  1. ¡Impresionante artículo! Trabajadísimo, bien estructurado, vídeos que ilustran lo que se dice, etc. Una maravilla.

    Sorprende el brutal promedio goleador de Müller con su selección. Parece propio de otra época. Quizás antes sólo Puskas fue un mejor cañonero que el alemán.

    Por otra parte, resulta curioso recordar, como apuntas, que el Bayern era un equipo que procedía de Segunda División y que el talento de una buena generación de jugadores liderados por 'El Kaiser' y por 'El Torpedo' llevaron al club a éxitos inimaginables sólo superados por el Madrid de Di Stéfano a nivel de clubes y por la Brasil de Pelé a nivel de selecciones.

    Por otra parte, interesante también lo que simbolizaron en su tiempo a nivel táctico tanto Beckenbahuer como Müller: El primero se reinventó y se recicló hasta idear para sí mismo la posición de líbero y el segundo rompió con todos los clichés de lo que era el delantero ideal tipo. Müller acabó de un plumazo con todos los prejuicios. Un tipo bajito con pinta de extremo pulverizó récords y demostró ser un cabeceador estratosférico.

    En mi opinión, la final del Mundial 74 está a la altura del 'Maracanazo' y del Italia vs Brasil en Sarrià del Mundial 82 como el partido más grande jamás visto por la trascendencia que tuvo. El duelo Cruyff vs Beckenbahuer es de una épica que trasciende el fútbol. El liderazgo de ambos sobre el césped fue tan memorable que más que un partido de fútbol por escribir parecía un guión de película meticulosamente pensado. A veces me pregunto si esos 75.000 afortunados de los que hablas, fueron conscientes 'in situ' de la hora y media que estaban contemplando.

    A modo de conclusión, destacar la inigualable competitividad del fútbol alemán. Impresionante los recientes subcampeonatos conseguidos con equipos carentes de talento.

    Lo dicho, fenomenal artículo. Gracias.

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