lunes, 11 de enero de 2010

Zidane, el mito


Zidane, como el resto de mitos, parece eximido de todo análisis objetivo. Zidane, como otras leyendas de muchos ámbitos, está destinado a elevarse en el imaginario colectivo por encima de la crítica, del pero y del matiz. Zidane, y el que lo dude es un insensible futbolístico amigo de la blasfemia, forma parte del Olimpo por derecho natural. O por decreto ley.

No cabe duda del poder de atracción que Zidane ejercía en el público. La coordinación corporal del francés, así como su privilegiado sentido espacial en el terreno de juego hacían de él un jugador fundamentalmente estético, para lo bueno y para lo malo si tenemos en cuenta que el fútbol, al fin y al cabo, es un entretenimiento. Un derroche de elegancia y distinción en un contexto futbolístico tendente a la potenciación física por encima del talento o abundante en dobles pivotes.
Su forma de controlar el balón, bajarlo al piso y acariciarlo con la bota para ponerlo en disposición de ser nuevamente jugado era, sencillamente, extraordinaria.
Todo ello bien sintetizado en el sinfín de controles imposibles que copan la red de vídeos en honor al jugador y ejemplificado en golazos como el conseguido en un Madrid vs Depor el día de Reyes de 2002 o el zurdazo que le dio a los blancos la Novena.

Además, por si fuera poca la unanimidad sobre la trascendencia de su figura, cabe recordar la determinación en momentos clave como la final del Mundial galo de 1998 en la que marca dos goles de cabeza, el citado golazo en la última final europea ganada por los madridistas ante el Bayer Leverkusen en Glasgow o el liderazgo en el duelo ante Brasil en Alemania 2006, en sus últimos días como profesional.

Todo cierto. Ni un pero. Los comentados, son elementos incuestionables y tangibles. Lo que sí es cuestionable es la catalogación irreprochable de Zidane como el Quinto Grande -por detrás de Pelé, Maradona, Di Stéfano y Cruyff-.

Decía Lippi, entrenador del futbolista en su etapa en la Juventus, que Zidane no explotaba prácticamente ni la mitad de su potencial pese a ser una primera figura en su época. Lippi le conocía bien y creo que tenía razón.
Dejando a un lado su efectismo casi hipnótico para el aficionado, toca analizar su efectividad como jugador.
Excepcionalmente, anotó dos goles de cabeza decisivos en la final mundialista pero, pese a su imponente envergadura, jamás fue un cabeceador notable.
Posicionalmente, convendríamos que su posición natural era la de mediapunta anárquico. Y precisamente esa anarquía basada en su genialidad puntual, afianzaba sus particularidades. Pese a ser mediapunta, ni era todo lo goleador que podría haber sido ni todo lo asistente que debería. Pongamos dos ejemplos más o menos coetáneos al francés: Xavi y Kakà.
Xavi, jugando algunos metros por detrás en el terreno de juego, gobierna el partido, es un asistente consumado y progresivamente ha ido aumentando sus registros goleadores a la vez que maduraba su carrera. Kakà, por su parte, sin incidir prácticamente nada en el juego de elaboración, rara vez ha bajado de los quince goles por temporada.
Jamás Zidane tuvo ni la incidencia en el juego de Xavi ni la aportación goleadora de Kakà.
Tampoco el dominio del balón parado ni la inteligencia para la adaptación de un jugador como Pirlo, segundo punta al que Ancelotti reconvirtió a mediocentro para fortuna del aficionado, de su club y del propio futbolista.
Ni el poderoso disparo de media distancia de otros contemporáneos como Lampard y Gerrard, sobre todo Gerrard.
Ni el último pase de un compañero suyo, Guti, que sí era capaz de meter quince goles en una Liga o rondar las veinte asistencias si tenía continuidad. Y a Guti, por cierto, jamás le hubieran perdonado sus detractores que osase tirar un penalti decisivo a lo Panenka (lo hubieran tachado de frivolidad y de riesgo innecesario) o se autoexpulsase en una rabieta adolescente en un mismo partido, la final del Mundial (le hubieran tachado de indisciplinado que no piensa en el bien del equipo).

Tampoco, y perdonénme los madridistas más acérrimos, el impacto de los dos años grandes de Ronaldinho (2005-2006). Jamás Zidane fue tan ampliamente reconocido como Rey de Reyes al mismo nivel que el ex-azulgrana en esos dos cursos. Ni tan ámpliamente reconocido como Ronaldo en los dos que dominó él (1997-1998) o como Messi en la actualidad.

Por ello y por mucho más, me parece fuera de lugar situar a Zidane entre el elenco de los cinco jugadores más trascendentes de la historia del fútbol. Que el reciente buen gusto de la exquisitez de Zidane no nos impida ver el bosque. Porque en el bosque hay árboles más imponentes y longevos como Beckenbahuer, Ronaldo, Messi, Puskas, Van Basten o su compatriota Platini.

8 comentarios:

  1. Bastante de acuerdo con el artículo, Zidane tuvo la "fortuna" de rendir extraordinariamente bien en partidos decisivos, sobre todo en finales. Le faltó regularidad, nunca hizo un campeonato entero de liga jugando a gran nivel. Potencialmente sí era un jugador para ser un top 5 de la historia pero por diversos motivos no llegó a entrar en ese olimpo.

    Si a cualquier francés de más de 30 años le preguntas cual ha sido el mejor jugador de su país, sin dudarlo te dirán que Platini.

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  2. Saca el paraguas que te puede llover de todo.

    Como resumen, me quedo con el análisis de Alberto aunque suscribo punto por punto la entrada principal. Zizou nunca dominó una temporada completa al nivel de: Ronaldo, Figo, Owen, Nedved, Rivaldo, Ronaldinho o Shevchenko (jugadores todos que le superaron indiscutiblemente en los premios individuales al final de cada año). Y quizá sólo los tres brasileños (Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho) hayan podido ser considerados tan buenos futbolistas como el francés -aunque difícilmente a ninguno de éstos se les considere "uno de los grandes"- y convendremos que los tres eran muchísimo más determinantes.

    Zidane vivió como futbolista de sus recursos técnicos y ha entrado en la historia por su rendimiento en finales. Me parece correcto. Pero los ha habido, antes, durante y después, que han aportado muchísimo más a su equipo cada domingo mientras el galo compartía con el público una mínima parte de su extraordinario talento.

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  3. Zidane era el p... amo. Lo difícil lo hacía fácil. No hay palabras para describirlo...
    Saludos desde La Escuadra de Mago
    Por cierto, me podéis votar hoy en Mundial de blogs

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  4. Absolutamente de acuerdo. No cambiaría ni una coma. Es exactamente lo que pienso de Zidane. Indiscutiblemente un gran jugador, de los mejores, pero quizá excesivamente puesto en los altares por su gran estética.

    Ciertamente, a pesar de su elegancia, prodigiosa técnica y talento, no era todo lo decisivo que pudiera haber sido.

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  5. El fútbol es ambiguo. impredecible. Complejo. Por eso es maravilloso. Porque permite estos debates.
    Quizás, individualmente, Zidane no era un Ronaldo, un Rivaldo o un Ronaldinho. Tampoco podía levantar un partido como si lo podían hacer Figo o Nedved. No podía arreglar el marcador como lo hacía Shevchenko o Henry. Pero si era un catalizador enorme. Engrandecía a sus compañeros. Se acostumbró a ser el blanco de las presiones, permitiendo que sus compañeros jugaran con tranquilidad. Fue un gran potenciador. Y además, contó con el apoyo de los medios. Podría decirse que Xavi es el heredero en esas caracteristicas. Lo lamentable, es que los periodistas venden la figura de Messi. Individualmente el muchacho es un genio, pero como catalizador apesta. No le alcanza para ser un arbol grande dentro de este bosque. A Xavi si le alcanza. Si Stoichkov y Figo hubieran contado con un Xavi a sus espaldas, otra historía tendría el FCB.

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  6. @ Mr. Cheese, discrepo contigo en la concepción que tienes de Messi. El argentino no es un playmaker, mucho menos para un equipo que pretende mover la pelota al ritmo que lo hace el Barcelona, pero ni mucho menos desentona en el juego a uno o dos toques del Barcelona. Sabe buscar muy apoyo en el compañero, y sobre todo, cuando suelta la pelota, busca rápido una nueva posición donde recibirla, lo que hace al juego del Barcelona fluir. Por otra parte, Messi es un muy buen asistente, de los mejores del campeonato. Por último, define muy bien, es capaz de anticiparse a un defensor para rematar tal y como lo haría un "9" (como el otro día en su segundo gol al Tenerife), pese a su estatura es capaz de rematar de cabeza (y con bastante precisión), ha mejorado su disparo de media distancia (quizá no desde 30 o 35 metros como Cristiano, pero dejarle un hueco a 20 metros de la portería te cuesta un gol) y sus lanzamientos de faltas. Como regateador y acaparador de defensas rivales no tiene parangón en el fútbol actual. El argentino es mucho más completo de lo que parece, un futbolista inmenso que, cuando toca techo en un aspecto, empieza a crecer en otro. El árbol más grande del bosque, me atrevería a decir.

    Respecto a Zidane, tenía un sexto sentido para moverse por el terreno de juego. Corría poco sin balón pero siempre estaba preparado para recibir la pelota. El gran problema del francés como catalizador era que se excedía en la conducción del balón. Para un equipo que jugase con ritmo lento, sin problemas. Pero una de las cosas que se exige a un buen catalizador es que sepa marcar el tempo del equipo, y Zidane no sabía o quería jugar rápido, por lo que era incapaz de hacer jugar rápido al equipo.

    Saludos.

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  7. Obvio. Igual, sigo diciendo que es maravilloso esto, pq es ambiguo. Son otros tiempos, y lo que hacen los jugadores del Barcelona es un regalo que le dan al futbol, tan malo y tosco. Quizás por eso se les alaba tanto, pues antes estaba lleno de jugadores como Messi (los Giggs, Overmars, Stoichkov, por nombrar algunos) y lleno de equipos que jugaban tan lindo como el Barcelona.
    Pero no hay jugador perfecto. Podemos nombrar muchas ventajas y desventajas en los jugadores.
    El propio Zidane, necesitaba jugar con dos volantes de corte para desarrollar su juego tranquilo...ahi se explica esa lentitud que mencionas @Miguel. Tanto Lippi en la Juve, como los dts de Francia lo blindaron. en el madrid también, sólo que con Makelele bastaba. Saludos.

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  8. Un buen artículo, con buena parte de razón. Es cierto que colocarle como quinto grande puede ser precipitado, creo que el mundo necesita algo más de margen para determinar algo así.

    En parte concuerdo con Mr.Cheese. Puede que Zidane no fuera un goleador nato, ni un pasador inverosímil, ni un buen cabeceador. Pero creo que su principal virtud es que siempre sabía que hacer con la pelota. Ya le podían enviar un melonazo de 40 metros desde la banda contraria, el tío la controlaba a la perfección y la convertía en un jugada de ataque. Podía crear algo de la nada. Y eso, en una época en la que empezaron a ponerse de moda los dobles pivotes, los "troncos" y pitbulls en el centro del campo, se agradecía.

    A lo mejor no hizo todo lo que hubiera podido, pero todo lo que hizo, lo hizo bien. En un fútbol como el actual, cada vez más tosco, riguroso y encorsetado, no nos vendrían mal unos cuantos Zidanes...

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