
Una vez finalizada la primera vuelta de la máxima categoría inglesa, nos encontramos con una circunstancia que hacía tiempo que no se veía por las islas: una oleada de incertidumbre recorre un país acostumbrado a los equipos de gigantes.
En los últimos años, la liga inglesa se ha caracterizado por su estructura piramidal: abajo, los humildes que buscan no desecender. Un peldaño por encima, los que pelearán por entrar al Top10, y a luchar por las plazas de UEFA. A continuación vienen tres de los cuatro grandes, los que jugarán Champions y que invariablemente serán los mismos de siempre; y, en la cúspide, el gigante de la temporada, ese equipo que ha arrasado a sus competidores en cuanto a resultados, o que al menos ha mostrado ser muy superior a sus rivales en cuanto a juego.
A la memoria vienen equipos como el Manchester del trébol, con Becks, Giggs, Scholes o Roy Keane en la cima de sus carreras; también tenemos al Arsenal de los Invencibles, que consiguieron una hazaña que aún no ha sido igualada por ninguna otra plantilla. A éste le sucedió el Chelsea de Mourinho, una máquina de ganar inspirada por un entrenador tan polémico como eficaz. Finalmente, Sir Alex Ferguson retomó el control de la Premier gracias a la eclosión del crack al que había estado mimando y preparando durante los últimos años, el joven Cristiano Ronaldo.
Este paseo retrospectivo por las dos últimas décadas nos deja un dato revelador: Desde que la Premier cambiara su formato, estos tres equipos se han repartidos todos los títulos (excepto el de la 94/95, que hizo justicia al Blackburn de Shearer, al que habría que dedicar una entrada entera). Este año, no aprece que la cosa vaya a cambiar; sin embargo, nos encontramos a estos tres gigantes más igualados que nunca, a una distancia considerable del cuarto puesto y de las peleas de los equipos "normales".
Prácticamente empatados a puntos, los tres grandes se mantiene en la brecha, sin que ninguno supere al otro. A veces, parece que el Chelsea se llevará el trofeo de la mano de Ancelotti, un técnico que llegó con cierta polémica, tras años de críticas en Milán y que parece demostrar que el declive rossonero en los últimos años no era enteramente responsabilidad suya. Su equipo vuelve a jugar ese fútbol eficaz que practicaba con Mourinho, con el añadido extra de la prudencia y experiencia de un viejo zorro del Calcio.
En otros tramos, podría ser el Arsenal el que se lleve el gato el agua. Tras un largo periodo de renovación, este año las cosas no parecían pintar bien para Wenger con la marcha de dos puntales del equipo, el goleador Adebayor y el pilar central, Kolo Touré. Sin embargo, el técnico alsaciano reinventó a su equipo por enésima vez, manteniendo el estilo que le ha dado la fama, volviendo a tirar de veinteañeros para completar la plantilla, y del liderzago de un Cesc que cada día se parece más a lo que prometía en su juventud: un crack de categoría mundial.
Finalmente, nos encontramos con el de siempre, el Manchester de Sir Alex. Acostumbrado a su juego abusivo de las pasadas temporadas, nos encontramos con un equipo debilitado, que todavía está decidiendo a que jugador echa más en falta, si a Ronaldo o a Tévez. Pese a sus insuficientes refuerzos, con un Owen que no es ni la sombra de lo que fue y un Valencia que no está a la altura de las exigencias, sigue teniendo una plantilla capaz de ganar a cualquiera, con un Giggs que ha perdido diez años este verano, y un Rooney que ha dejado de estar a la sombra de otros y ahora se revela como uno de los motores del equipo.
Cuando uno flojea, los otros aprovechan para sacar ventaja; despues éste se recupera y los alcanza... Así llevan jugando toda la primera vuelta, y no parece que la cosa vaya a cambiar radicalmente en esta segunda ronda, para regocijo de los espectadores, que sin duda disfrutarán de este duelo de gigantes donde sólo puede quedar uno.
En los últimos años, la liga inglesa se ha caracterizado por su estructura piramidal: abajo, los humildes que buscan no desecender. Un peldaño por encima, los que pelearán por entrar al Top10, y a luchar por las plazas de UEFA. A continuación vienen tres de los cuatro grandes, los que jugarán Champions y que invariablemente serán los mismos de siempre; y, en la cúspide, el gigante de la temporada, ese equipo que ha arrasado a sus competidores en cuanto a resultados, o que al menos ha mostrado ser muy superior a sus rivales en cuanto a juego.
A la memoria vienen equipos como el Manchester del trébol, con Becks, Giggs, Scholes o Roy Keane en la cima de sus carreras; también tenemos al Arsenal de los Invencibles, que consiguieron una hazaña que aún no ha sido igualada por ninguna otra plantilla. A éste le sucedió el Chelsea de Mourinho, una máquina de ganar inspirada por un entrenador tan polémico como eficaz. Finalmente, Sir Alex Ferguson retomó el control de la Premier gracias a la eclosión del crack al que había estado mimando y preparando durante los últimos años, el joven Cristiano Ronaldo.
Este paseo retrospectivo por las dos últimas décadas nos deja un dato revelador: Desde que la Premier cambiara su formato, estos tres equipos se han repartidos todos los títulos (excepto el de la 94/95, que hizo justicia al Blackburn de Shearer, al que habría que dedicar una entrada entera). Este año, no aprece que la cosa vaya a cambiar; sin embargo, nos encontramos a estos tres gigantes más igualados que nunca, a una distancia considerable del cuarto puesto y de las peleas de los equipos "normales".
Prácticamente empatados a puntos, los tres grandes se mantiene en la brecha, sin que ninguno supere al otro. A veces, parece que el Chelsea se llevará el trofeo de la mano de Ancelotti, un técnico que llegó con cierta polémica, tras años de críticas en Milán y que parece demostrar que el declive rossonero en los últimos años no era enteramente responsabilidad suya. Su equipo vuelve a jugar ese fútbol eficaz que practicaba con Mourinho, con el añadido extra de la prudencia y experiencia de un viejo zorro del Calcio.
En otros tramos, podría ser el Arsenal el que se lleve el gato el agua. Tras un largo periodo de renovación, este año las cosas no parecían pintar bien para Wenger con la marcha de dos puntales del equipo, el goleador Adebayor y el pilar central, Kolo Touré. Sin embargo, el técnico alsaciano reinventó a su equipo por enésima vez, manteniendo el estilo que le ha dado la fama, volviendo a tirar de veinteañeros para completar la plantilla, y del liderzago de un Cesc que cada día se parece más a lo que prometía en su juventud: un crack de categoría mundial.
Finalmente, nos encontramos con el de siempre, el Manchester de Sir Alex. Acostumbrado a su juego abusivo de las pasadas temporadas, nos encontramos con un equipo debilitado, que todavía está decidiendo a que jugador echa más en falta, si a Ronaldo o a Tévez. Pese a sus insuficientes refuerzos, con un Owen que no es ni la sombra de lo que fue y un Valencia que no está a la altura de las exigencias, sigue teniendo una plantilla capaz de ganar a cualquiera, con un Giggs que ha perdido diez años este verano, y un Rooney que ha dejado de estar a la sombra de otros y ahora se revela como uno de los motores del equipo.
Cuando uno flojea, los otros aprovechan para sacar ventaja; despues éste se recupera y los alcanza... Así llevan jugando toda la primera vuelta, y no parece que la cosa vaya a cambiar radicalmente en esta segunda ronda, para regocijo de los espectadores, que sin duda disfrutarán de este duelo de gigantes donde sólo puede quedar uno.