Mientras Pellegrini redibuja a su Madrid sin Cristiano, Zidane se estrena como asesor de lujo o Florentino suspira por la Décima vestida de blanco, sobreviven con el viento en contra a una nueva intentona galáctica el buque insignia del Madrid –Raúl- y su navío más errante –Guti-. Y sobreviven, también, las dudas y ‘sanbenitos’ eternos que ambos arrastrarán hasta que decidan irse a casa o con la música a otra parte. Ya se sabe, aquello de criar fama y echarse a dormir.
Siendo uno la antítesis del otro, ambos navegan juntos desde hace más de veinte años, que se dice pronto. Pero no tienen nada que ver, decíamos. Raúl, la profesionalidad hecha jugador, la dedicación plena al deporte, el capitán comedido y ejemplar ejerciendo como tal, incluso dormido en su cama de hipoxia. El padre de familia modelo, los cacareados valores madridistas hechos hombre, en definitiva. Y ante él, el talento díscolo de un rubio con aires de ‘rock star’ que parece aburrirse cuando el balón no pasa por él, que sobreentiende que correr es de cobardes y que lejos de dormir en camas oxigenadas, oxigena sus noches entre photocalls y antros de moda.
Parece complicado determinar cuál será la trascendencia histórica de uno y otro ahora, en pleno ocaso de sus carreras. Presuponemos que Raúl, si no lo está ya, pasará a formar parte del imaginario colectivo madridista al nivel del mismísimo Di Stéfano y, el día después de colgar las botas (de blanco, claro) pasará a formar parte de la dirección técnica del club y así se mantendrá, vestido de traje, sine die. Por el contrario, no parece claro que Guti se vaya a retirar de blanco. Iría más con él largarse cuando le apeteciese, con nocturnidad y alebosía, sin dar mayores explicaciones, en busca de un estímulo nuevo, exótico, probablemente en Oriente.
¿Y después? ¿Entrará Guti después en la nómina del staff ténico blanco como Butragueño, Zidane o su coetáneo Raúl? ¿Será llamado a filas como símbolo atemporal merengue? Difícilmente. Guti optó en su día por pasar por el fútbol como pasa por la vida. Como Raúl, pero al revés. El mundo del fútbol no recordará sus titularidades en las finales de Champions, su currículum como internacional, su ejemplaridad en tiempos donde carecen los ejemplos o la unanimidad de sus entrenadores en apuntar su nombre de manera asidua entre los once que empiezan los partidos. Pero sí quedarán en nuestras retinas esos relámpagos de genialidad en los que el ‘14’ blanco, en lugar de dosificar su brillantez, derrochaba su creatividad en décimas de segundo para convencernos, una vez más, que conviene recordar que la vida no se mide por las veces que respiramos y sí por las veces que nos quedamos sin aliento.
Como nos quedamos ayer, por cierto, cuando supimos que nos dejaba Andrés Montes. Otro talento que desarrollaba su profesión como vivía, por encima del qué dirán. Y de la manera más literal posible: gracias, artista.
Creo que ha tenido siempre más talento Guti que Raúl, pero el capitán blanco es un ejemplo de sacar mucha tajada de poco fundamento.
ResponderEliminarTalento en cuanto a genialidad sí. Siempre se ha dicho de Raúl que no era el más rápido, ni el que mejor remata, ni el que mejor regatea, ni el que mejor cabecea... Pero su inteligencia sobre el campo le han hecho casi siempre rendir por encima del más rápido, el mejor rematador, el mejor regateador y el mejor cabeceador...
ResponderEliminarRaúl, por decirlo de alguna manera, no es/ha sido un jugador capaz de hacer algo inverosímil sobre el césped, cosa que sí se puede decir de Guti.
Es la primera vez que vengo por aquí y, la verdad, me ha encantado tu artículo. Tendré que pasarme más a menudo.
ResponderEliminarAcerca del tema sobre el que hablas... yo creo que a todos nos queda la impresión de que Guti ha podido hacer mucho más de lo que ha querido, mientras que Raúl ha sido todo lo contrario: ha hecho mucho más de lo que podía. Pero claro, en eso se basa el deporte bien entendido, y por eso recordaremos a uno y a otro dentro de unos años.
Un saludo
P.D: ¡Hasta siempre, Jugón!
Muchas gracias, Diego.
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